20 enero 2007

- Esto pasó hoy -

Hoy me desperté cagada de frío, y me dormí cagada de calor.

Me duele la garganta pero más me dolió ese día que por error me puse dos tampones.

Lo mio no es la prosa, yo soy predadora.

Ah! me olvidaba.

Que hoy me di cuenta que no me gusta conocer a la gente, me desencanta.

Apártate.


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Posteo el cuento para Marcas Registradas, de www.forometropolis.com.ar, es medio caótico.

Sin pecado concebida.

Usted mira fijo y responde al impulso, usted es tan pequeña y tan voraz que acepta. No es de puta, señor. Usted si tiene hambre come, le duele la panza y caga, le pica y se rasca, está despechada y coge.

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Entonces (hubiera escrito): “Un día me parió mi madre, ocho meses y medio después de convidarle un cigarrillo a mi padre, nueve meses después de que arreglaran la fuga del baño de la casa de mi abuela materna, y quince años después me ve acá vestida de la misma forma frente a este hombre que un poco se parece a los dos antedichos. Mi madre fue bastante puta, pero nunca cobarde”

Si me viera por la calle, carpeta en mano, sin saber que todavía en mi cuerpo descansa, seco, el apasionado recuerdo de una noche de fuga, ¿usted qué pensaría? Claramente no lo haría, porque usted…Usted no sabe, señor.

El mismo día en que lo conocí llegué a mi cama tirante y aromática para escribir: “El pecho completamente contra la mesa, como cuando una se estira para agarrar algo lejano y con la punta de los dedos lo toca, pero le es imposible agarrar, y con cada intento pelotudo de alcanzarlo lo aleja un poco más”. Considere, señor, yo escribo sobre las cosas simples de la vida; un jarrón roto, un velador, una muzarella que se vuelca, pero nunca, jamás, escribo sobre estas cosas simples de la vida.

Prosigo, para informarlo: “El agua nos tapaba los pies hasta casi cubrirnos los dedos, era una sensación falsa de estar a la orilla del mar, flujo y reflujo, él marcaba la marea, yo marcaba los alaridos como gaviota hambrienta. Y en la cocina seguía chorreando gota a gota transparente la pérdida inminente de toda el agua del tanque.”

Si en ese caso, yo le estaría relatando mi infancia perdida como el agua, mareada como el agua, llena de burbujas como el agua, cuarto por cuarto de la casa…como el agua. Porque a mi madre la que ya le conté que era bastante puta, le gustaba poner un vaso de ¡agua! en la mesita de luz. Dice la gente del campo, que también coge mucho, que te absorbe la energía mala y te despertás mejor.

Usted se piensa que con quince años y una coraza de pasiones secas una se puede llevar el mundo por delante, pero la fuga se emparcha, la leche se corta, y un vientre nuevo invadido por tanta ola imaginaria, por tanto gemido itinerante…

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Usted sabría entonces, señor, porqué mi hija hubiera sido bastante puta, pero las fugas se emparchan, y yo me quedo escribiendo: “Hay un cielo revuelto y turgente como crema batida, y unos ladrillos como fresas amuchadas contra el techo. Se paró una torcaza en la ventana del cuarto, y la vida sigue… andando, andando”